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  • Foto del escritorFer Pal

Yo creo.

En esta afirmación existe un doble entendimiento. Creo de creer o creo de crear. Es interesante ver cómo tan sólo dos palabras pueden meternos en dos caminos totalmente distintos.

En nuestra evolución como seres humanos hemos llegado a un punto en el que nuestro desarrollo intelectual se encuentra en una encrucijada. La humanidad se encuentra en el principio del fin de la creencia, y el paradigma científico se abre paso de forma indiscutible. Pero, ¿cuál es la diferencia entre creer y crear y a dónde nos puede conducir?

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española creer es “Tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado”, mientras que crear es “Producir algo de la nada.” Es paradójico ver que podemos crear un montón de historias que nos podemos creer y que no nos lleven a buen puerto.

Nuestro cerebro se ha desarrollado de tal modo que tenemos una gran capacidad creativa e imaginativa. En este poder residen la mayoría de los problemas de la sociedad humana ya que no existe responsabilidad sobre lo que creamos y nos creemos casi cualquier cosa. La ciencia, enemiga de las creencias, se ha desarrollado de forma exponencial en el último siglo. Sin embargo, no todas las cosas que se han creado gracias a ella, nos están dando buenos resultados. Creer según qué cosas y darlas por ciertas puede ser muy limitante para nuestras vidas, y crear puede ser también muy dañino, porque dependiendo de lo que se crea, de para qué se crea y porqué se crea, lo creado será beneficioso o perjudicial. Así, desde mi punto de vista hay cuatro cosas que los seres humanos debemos de hacer para poder avanzar al siguiente nivel de consciencia:

1. Dejar de creer.

2. Observar la naturaleza.

3. Pensar.

4. Crear con amor.

Dejar de creer porque la creencia, por lo general, nos puede limitar muchísimo. Crear verdades de puras suposiciones no es que sea malo, es simplemente menos consciente que observar la naturaleza, pensar y crear. La sociedad en general está evolucionando hacia una consciencia más intelectual e incluso más amorosa.

Observar la naturaleza es en realidad la única ciencia que existe, y para esto no hay que ser un premio Nobel en física nuclear. Todo ser humano, a través de la observación de la naturaleza, puede obtener verdades absolutas que le liberen de falsas creencias. Por ejemplo, las condiciones para que la vida se desarrolle es que necesitamos tierra, agua, el sol y el aire. Entonces si piensas que la contaminación del aire, la mala calidad del agua o la comida industrial no va afectarte a la salud es una falsa creencia que te puede llevar a desarrollar una enfermedad más o menos grave. Es por eso que pensar, es la herramienta para integrar y desarrollar esas verdades universales absolutas pudiéndote liberar de las creencias limitantes y comenzar tu creación. Y es aquí cuando y dónde aparece el gran dilema que arrastra a la humanidad hacia un escenario muy desesperanzador. Cuando descubrimos el gran poder de crear nuestra propia realidad, no hacemos el ejercicio de responsabilidad que tal poder requiere. Es precisamente por eso la importancia de preguntarse qué voy hacer, para qué lo hago y de porqué lo hago. Los humanos tenemos mucha creatividad para encontrar argumentos y motivos para crear cosas que son totalmente innecesarias, como por ejemplo cualquier guerra. Sin embargo si introducimos en esta ecuación el amor, cualquier cosa que hagamos tendrá un bello para qué y porqué. Cuando a veces converso con amigos siempre pongo el ejemplo de Albert Einstein o Nicola Tesla. Estos dos genios aportaron grandes descubrimientos y conocimientos. Estoy convencido que su motivación para llegar a estos niveles de intelectualidad solo se pueden conseguir a través del amor que sentían por lo que hacían y porque sabían que algún día estos descubrimientos transformarían a la humanidad. Y vaya sí lo hicieron! Lamentablemente sus avances y aportaciones científicas cayeron en manos de personas enfermas cuyos intereses diferían mucho del amor. Estas personas crearon cosas terribles pero esto no cambia lo que los genios aportaron ni para qué y porqué lo hicieron. Con el tiempo, sus aportaciones nos han ayudado a crear muchísimas cosas que sí nos ayudan a los seres humanos y que si son parte del buen uso de la creatividad. Crear con amor es de gran importancia para todos, especialmente en estos tiempos.

Yo creo mi realidad, yo creo belleza, yo creo con amor.


Fer Pal.


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