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  • Foto del escritorFer Pal

¿Eres simpático o parasimpático?


Espero que la pregunta en el título de la entrada haya logrado captar tu atención y hayas decidido leer esta entrada porque lo que te voy a explicar puede darte un mayor entendimiento sobre ti mismo/a y abrir un camino hacia una vida más relajada.


La pregunta no tiene nada que ver con si eres una persona alegre divertida y con don de gentes o si eres otra cosa. La cuestión está relacionada con tu sistema nervioso y la forma en que lo estás usando. ¿Sabías que nuestro sistema nervioso central se puede clasificar en base a su anatomía y a su función? Cuando lo clasificamos por su anatomía lo diferenciamos como sistema nervioso central, compuesto por el encéfalo (cerebro, cerebelo, tronco del encéfalo) y médula espinal, y el sistema periférico, que son todas las ramificaciones que salen desde el sistema nervioso central hacia los tejidos y órganos. Si lo observamos desde un punto de vista funcional nos encontramos con el sistema nervioso somático, que son básicamente las estructuras del sistema periférico que se encargan de transmitir sensibilidad y motricidad a los músculos y esqueletos, y el sistema nervioso autónomo que es en el que nos vamos a enfocar en esta entrada.



El SNA es una maravilla de la evolución puesto que es el sistema que se va a encargar de gestionar las funciones involuntarias de nuestras vísceras. Dicho de otro modo, la evolución de la consciencia ha creado todo un sistema autónomo para que nuestros órganos hagan sus funciones sin que nostoros tengamos que dedicar esfuerzo a ello y nuestra energía y atención se enfoque más en la parte somática. Bien, pues este sistema se divide en tres partes. El sistema entérico (que se encarga de la actividad intestinal y en el que no profundizaremos), el sistema simpático y el parasimpático, que están íntimamente ligados y que son opuestos complementarios. Es decir, si se activa el sistema simpático, el sistema parasimpático se desactiva y viceversa. Atiende a una lógica dual como el ying yang. Llegados a este punto hay que comprender que, aunque se le llame sistema nervioso autónomo, nuestros actos tienen incidencia sobre él. Es decir, está claro que yo no puedo voluntariamente parar mi corazón y la función pancreática, pero si puedo incrementar mi respiración voluntariamente lo que activará mi sistema simpático que ejercerá una reacción en todo mi sistema. Antes de ir más allá vamos a explicar que funciones tiene cada uno de ellos.


El sistema simpático: Para hacerlo sencillo y fácilmente entendible lo vamos a explicar de una forma simple. Este sistema se encarga de activar una respuesta rápida o de alerta ante un estímulo que compromete el organismo. Dicho de otro modo, es un mecanismo muy eficaz y eficiente de huida o defensa. Por eso provoca aumento de la frecuencia y fuerza cardíaca, dilata los bronquios y pupilas, se reduce la actividad intestinal, aumenta la llegada de sangre a músculos y esqueleto, etc. Los principales neurotransmisores son la adrenalina y la noradrenalina. En resumen, nos pone en total alerta y listos para reaccionar de forma rápida.


El sistema parasimpático: Si hemos dicho que estos sistemas son las dos caras de una misma moneda, es fácil adivinar que este sistema genera lo contrario al sistema simpático. Cuando este sistema se activa, nuestra frecuencia cardíaca y respiratoria disminuye, se contraen las pupilas, se contraen los bronquios, se aumenta la actividad intestinal y se relajan los esfínteres. El principal neurotransmisor es la acetilcolina que actúa sobre unos receptores llamados nicotínicos y muscarínicos. En resumen, nos relaja.


Una vez que ya sabemos cómo este sistema funciona y que es lo que hace quiero volver a lo que antes mencionaba de que, aunque sea un sistema autónomo, nosotros podemos influir sobre este sistema en base a lo que hagamos de forma voluntaria. Por lo tanto, este sistema automatizado depende en gran medida de nuestra voluntad para estar en un estado más simpático o más parasimpático, de ahí el título de esta entrada. Lo que me interesa con esta información es llevarte a la reflexión necesaria de cómo es que el modo de vida y hábitos de la sociedad moderna afectan la activación de estos sistemas y cómo nos pone en un estado de alerta permanente. Desde lo que comemos, a lo que hacemos, emocionamos y pensamos influye de forma directa e indirecta sobre nuestro sistema nervioso autónomo. Con la comida ingerimos millones de moléculas que pueden incidir sobre nuestro sistema nervioso central y hormonal provocando activación del sistema simpático y la producción de adrenalina.

Un ejemplo muy simple es el café, que activa el sistema simpático. Y otro ejemplo ligado al café es el tabaco. Al fumar introducimos nicotina en el sistema que actuará sobre los receptores nicotínicos y activará el sistema parasimpático de forma artificial, por eso la adicción al tabaco es tan fuerte, porque está fisiológicamente ligada a la activación del sistema parasimpático y a la sensación de relajación. Es más, ¿cuánta gente hay en el mundo en este instante tomando un café y fumándose un cigarro al mismo tiempo? Están generando una activación del simpático y parasimpático al mismo tiempo, generando un cóctel de neurotransmisores activadores y relajantes al mismo tiempo, así nuestro sistema entra en corto circuito. Pero no sólo lo que ingerimos es importante. Si hacemos o no deporte, si tenemos prácticas relajantes o activadoras, si estamos en constante vaivén emocional o la calidad de los pensamientos que tenemos forman un cóctel que se retroalimenta e influye en nuestro sistema autónomo. Además, hay que añadir que el sistema de vida de occidente nos induce a estar en continuo estado de alerta y activación, nuestro sistema simpático está la mayor parte del tiempo activo, generando gran cantidad de adrenalina. Esto provoca un desbalance general ya que el sistema simpático es un sistema de alerta, no un sistema diseñado para estar activo todo el tiempo. Esto puede provocar enfermedades crónicas como la ansiedad, el insomnio o la hipertensión que al mismo tiempo pueden derivar en otras dolencias como las cardíacas.


Lo verdaderamente paradójico es que el sistema que debe estar activo de forma habitual es el parasimpático y hemos construido un sistema de vida que nos lleva a lo contrario. ¿En qué momento hicimos y permitimos esto? ¿Cómo es posible que haya tanta gente padeciendo los efectos de un sistema que nos induce a lo contrario de lo que realmente debería de ser? Estas preguntas me las hice hace tiempo, y encontré mis respuestas. Creo que sólo hay que abrirse un poco para ver lo que está sucediendo y como se están usando ciertos conocimientos científicos para inducir a la sociedad en un estado de alerta permanente a través del miedo que les impide relajarse y pensar por sí mismos. Es así como se controlan las masas. Pero tampoco podemos poner toda la responsabilidad de forma externa. Cada individuo debe asumir la responsabilidad que le toca y trabajar para cambiar su vida y comenzar a cuidarse y no buscar escusas.


Pero no nos extendamos más y volvamos a la pregunta original de esta entrada. Me gustaría mucho que te relajes por un instante y reflexiones sobre esto y te hagas la pregunta: ¿Soy simpático o parasimpático? Una vez te hayas respondido de forma sincera y sabiendo lo que sabes, ¿qué es lo que vas a hacer a partir de ahora?


Un abrazo de un parasimpático bien simpático.


Fer



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