Una de las claves para vivir de una forma más plena es liberarse del del reconocimiento. Y cuando digo esto, no se trata de que no podamos reconocer cuando alguien destaca o hace algo bien, sino de dejar de esperarlo para nosotros.
No llego a entender porqué el ser humano es tan adicto al reconocimiento. ¿Quizá porque de niños nuestros padres no nos reconocieron lo suficiente nuestros pequeños logros diarios? ¿Quizá porque cuando hacemos algo mal enseguida hay alguien que lo destaca pero cuando hacemos algo bien, pocos nos dan la enhorabuena? ¿Quizá porque es lo que venden los medios de comunicación? ¿Quizá porque alimenta nuestro ego?
Seguramente sea una mezcla de varios motivos. En cualquier caso, con el tiempo me he dado cuenta que la espera del reconocimiento nos separa de ser nosotros mismos e identifica un estado de falta de seguridad personal y de amor propio. Cuando esperamos reconocimiento manifestamos nuestra inseguridad y al mismo tiempo estamos entregando nuestro poder a la persona de la que esperamos la validación, dejando en manos de otra persona nuestro poder y desarrollo personal.
Es, por tanto, muy importante para tu camino de desarrollo personal eliminar la adicción al reconocimiento. Para ello lo más importante es saber por qué estamos haciendo las cosas que hacemos: con que fin y objetivo. También es importante poner toda nuestra atención y energía en aquello que hacemos para obtener el mejor resultado sin importar en absoluto que es lo que piensen u opinen los demás. Cuando estas dos cosas están claras, comenzamos a dejar de necesitar el reconocimiento. Cuando tenemos claro nuestro propósito y sabemos que estamos dando el máximo de nosotros para alcanzar una meta, somos personas seguras de nosotros mismos y nos empoderamos asumiendo cualquier consecuencia de nuestra decisión y trabajo. Aceptamos el éxito y el fracaso como aspectos inherentes al desarrollo humano.
No obstante debemos de poner cierta atención y cuidado en esta labor. Existe una estrecha frontera entre el empoderamiento y la soberbia. Es preciso encontrar un equilibrio sano que nos lo aportará la humildad. Es muy fácil caer en la trampa de creerse superior, o estar por encima de los demás a la hora de empoderarnos. Además la sociedad tiende a idolatrar a figuras talentosas o relevantes, y eso es tremendamente peligroso ya que podemos caer en la trampa del ego causar mucho daño, tanto internamente como externamente. Un buen indicativo de haber caído en esta trampa es analizar si es que soy capaz de apreciar y reconocer lo bonito y bello que otros hacen. Si no veo belleza o acierto en lo que otros hacen, es muy probabloe que esté en un estado egoico. Sin embargo, si soy capaz de felicitar y reconocer a otras personas, es que estoy en un punto sano de empoderamiento personal. Recuerda, es muy importante expresar el reconocmiento y es limitante estar esperándolo.
Bendiciones para tu día!
Fer.
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