A lo largo de los años me he ido dando cuenta que el dolor es algo absolutamente inevitable. Existen innumerables razones por los que uno puede experimentar dolor de forma física o a nivel psicoemocional. De alguna forma, muchos de nosotros queremos o hemos querido evitar el dolor a toda costa, sin embargo pienso que es un enfoque erróneo ya que como decía antes el dolor es inevitable. Entonces, ¿qué podemos hacer? Mi opinión es que lo que más conveniente es aprender como convivir con el dolor, saber procesarlo, transmutarlo y sacar un aprendizaje de esa experiencia o situación que nos provoca ese dolor o sufrimiento. Rumi dijo "La herida es el lugar por donde entra la luz". Así vamos entendiendo el dolor como uno de los maestros de la vida, que nos trae una oportunidad para aprender y crecer.
¿Y qué hay del sufrimiento? Pues el sufrimiento no es más que la prolongación del dolor de forma indeterminada ya sea de forma consciente o subconsciente. Y explico esto... Imaginemos que tenemos un dolor físico derivado de un mal hábito nutricional, postural, deportivo... Si tomo cuenta de este dolor y hago lo necesario para tratarlo, como por ejemplo ir al fisioterapeuta, estoy tomando la responabilidad necesaria para que el dolor no se convierta en un sufrimiento. Pero si en lugar de hacer esto, decido no atender esa molestia, seguir con mi mal hábito y no tomar responsabilidad, el dolor puede cronificarse generando un sufrimiento innecesario que puede desembocar, a la larga, en un problema de mayor a nivel. Bien, pues esto también nos puede pasar con los dolores psicoemocionales. Cuando no atendemos el dolor emocional, no le ponemos remedio y no asumimos la responsabilidad de solucionarlo, es muy probable que este dolor se convierta en un sufrimiento capaz de mellar de forma grave nuestro estado de ánimo y vida conduciéndonos incluso a una depresión o algo peor. Y esto es una elección que cada uno toma...
Es, por lo tanto, imprescindible una vez más, asumir la responsabilidad y tener la voluntad de transmutar en dolor en luz. Para ello, lo primero que sugiero es aceptar todo lo que existe en la vida que nos duele. Hay muchísimas cosas de las que nos duelen que no podremos cambiar fácilmente, pero si podemos cambiar como nos sentimos ante ellas, evitando así sufrir y quizá generar cambios en nuestra vida que nos hagan ser parte activa a la solución ante dicho estímulo que nos provoca dolor. Segundo, es muy importante no asumir el papel de víctima. Esta actitud es muy peligrosa porque es el camino que nos lleva a eludir responsabilidad, y por tanto, a la posibilidad de transcender el dolor, llevándonos a una situación de profundo sufrimiento. Por desgracia, los seres humanos somos adictos al drama y a culpar todo el tiempo a lo externo y ser la víctima perfecta, pero eso no nos soluciona ningún problema. Tercero, recibir el dolor. Esto quiere decir darle su espacio. Si realmente has comprendido que el dolor es parte de la vida, lo recibirás comprendiendo la oportunidad que representa de crecimiento. Cuarto, procesar el dolor. Y procesarlo es reflexionar sobre el origen, entener porqué aparece y elaborar una respuesta constructiva para tratar ese dolor llevándolo hacia un espacio más luminoso, más amoroso. Sexto, evitar los analgésicos. Estos analgésicos pueden ser fármacos que nos induzcan a estados artificiales de bienestar, o acudir a personas que nos digan lo que queremos escuchar, que validen nuestro victimismo o drama.
Para cerrar esta entrada me gustaría decir que en algunas etapas de mi vida he estado inmerso en el sufrimiento y en la depresión. Llegando incluso a tener pensamientos suicidas. Cuando toqué fondo comprendí que simplemente no había aceptado el dolor, no le había dado su espacio, su razón de ser, su importancia para convertirme en un mejor ser humano. A partir de ahí me abrí al dolor y asumí la responabilidad, reconocí el papel de víctima que había estado desempeñando, sin ser la real víctima de todo aquello que me dolía. En este momento tomé consciencia y comencé a hacer los cambios necesarios en mi vida para ser parte activa del cambio que quiero ver en el mundo. Esa es la única medicina que pude encontrar ante mi propia enfermedad y locura. Existe un camino, y es hacia dentro.
Bendiciones.
Fer.
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